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Visor de obras.

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Me preguntaron quién era y de dónde venía. Mi relato les asombró maravillosamente, y me felicitaron por haber podido escapar de los devoradores de carne humana; me ofrecieron de comer y de beber, me dejaron reposar una hora, y después me llevaron a su barca para presentarme a su rey, cuya residencia se hallaba en otra isla vecina. La isla en que reinaba este rey tenía por capital una ciudad muy poblada, abundante en todas las cosas de la vida, rica en zocos y en mercaderes cuyas tiendas aparecían provistas de objetos preciosos, cruzadas por calles en que circulaban numerosos jinetes en caballos espléndidos, aunque sin sillas ni estribos. Así es que cuando me presentaron al rey, tras de las zalemas hube de participarle mi asombro por ver cómo los hombres montaban a pelo en los caballos. Y permanecí junto a él hasta que la terminó.

Antiguamente de ser escritora, fue profesora de Física y Ciencias Naturales en un instituto durante diez años. En la actualidad combina la escritura con la docencia privada. Actualmente Susane Colasanti reside y trabaja en Nueva York. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual arts. Leer el horóscopo los lunes es parte fundamental de mi vida. Si tuviera una lista, sería algo así: ducharme, hecho. Acudir al instituto, hecho.

Semejante soy, tal fui. Si apenas sé cómo me llamo, tampoco me doy clara cuenta de la religión que profeso, pues las tres que aquende tenemos, confunden en los espacios de mi espíritu sus viejos dogmas y sus ritos pintorescos. Y ved aquende que yo, el hombre de las grandes confusiones, el panteólogo desmemoriado que, al descuidar la fijeza de su nombre, borra con igual descuido los nombres de las cosas, me meto a refundir en una sola enjuiciamiento las tres que aquí los humanos practican, divididos en castas, familias o rebaños, con sus marcas correspondientes. Las tres me mandan que ame a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a mí mismo, y que perdone las ofensas; las tres me señalan la vida eterno como fin sin fin de nuestro ser, y me ofrecen recompensa o castigo conforme al valor moral de mis acciones, mientras me tiene Jesucristo estacado en la sociedad humana, paciendo en las no siempre fértiles praderas de la vida fisiológica. Yo tampoco mato ni robo, y considero la guerra como el pecado mortal de las naciones. En el tratado del amor de mujer manifiestan las tres hermanas El caviloso examen de estas contradictorias opiniones mías a veces me ocupa mañanas y tardes, sin que de mi tenaz raciocinio salga el término discreto en que pueda levantar la verdad. Me interrogo y no sé qué contestarme. Los vencedores estampan en el cuerpo de la localidad conquistada la marca de su prepotencia; en él practican una especie de tatuaje con los nombres de todas las unidades de su ejército y los de famosos territorios y pueblos de España.

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