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Seis estrategias para elegir entre dos amores

Es bueno conocer 330016

La manera en la que puede manifestarse la ansiedad en el cuerpo en muy variada. Podemos romper a sudar de manera constante, tener taquicardias, dolores de cabeza, mareos… En esta ocasión voy a centrar mi atención a la dificultad para tragar y el espasmo de la glotis. La sensación es la de que la garganta no deja paso a la comida como normalmente viene ocurriendo. La ansiedad se manifiesta frecuentemente con un aumento de la tensión muscular en hombros, espalda y mandíbula. Es frecuente que se produzcan también, asociados a la disfagia, episodios de afonía debido al exceso de tensión en las cuerdas vocales.

Para algunos de nosotros, es peor que para otros, y la reacción sutil, aparentemente irracional, en realidad puede intensificarse entre las personas que conocemos perfectamente. Se llama misofonía, dijo Zachary Rosenthal, profesor de psicología en la Facultad de Duke. Ese término significa alergia al sonido. Todos podemos molestarnos con sonidos molestos o desagradables, dijo, empero algunas personas realmente experimentan una respuesta anormal de lucha o huida.

Almorzar por causas emocionales consiste en usar los alimentos como una manera de afrontar las emociones en lugar de como una manera de calmar el hambre. Pero cuando se come de esta manera habitualmente, sobre todo sin ser consciente de ello, comer por causas emocionales puede acabar afectando al peso, la salud y el beatitud general. No hay mucha gente que establezca una conexión entre comer y las emociones. Pero entender qué desencadena la conducta de comer emocionalmente puede ayudar a seguir los pasos necesarios para dejar de hacerlo. Los pequeños factores estresantes diarios pueden hacer que la gente busque consuelo o distracción en la comida. Las personas pueden aprender a comer por causas emocionales: un niño a quien le dan una golosina tras un logro importante puede crecer utilizando los dulces como recompensa por el trabajo bien acción. Un niño a quien le dan galletas para que deje de llorar puede aprender a asociar las galletas con el consuelo.

Loco como las maracas de Machín, que diría mi abuela. Pues sí, se puede querer a dos personas la vez y no estar loco. Parece divertido, sí, pero os aseguro que no lo es tanto. De allí la paradoja de la elección. Porque hay que aceptar muchos riesgos como elegir mal, hacer daño al rechazado o quedarte al final sin nadie, cuando parecía que lo tenías todo.

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