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La vecinocracia

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Con la conformación del mundo digital la vida no se parte a la mitad, se duplica. Las miradas intrigosas que construían un universo de chismes y convivencia en una colonia han encontrado cause en los chats de vecinos. Y es que cualquiera que tenga la dicha de estar en su chat de vecinos sabe que esos sitios son difíciles. Uno tiene derecho a juzgar gente sin rostro, los desplantes fuera de lugar transmutan en texto y las posibilidades que WhatsApp ofrece constituyen el límite del cielo. El morbo histórico que volvió relevantes a los periódicos de nota roja puede quedar perfectamente saciado si uno se da el tiempo de ver su chat de vecinos. Les digo, no es que sean hipócritas, es que son dos personas distintas. Mis vecinos no quisieron quedarse al margen de las elecciones. El puro proceso electoral dio pie a exhibir los dos grandes motores de mi colonia: la rabia y el miedo. La terminaron expulsando del chat por desacato y días después el administrador del grupo nos invitó a una reunión para conocer al Pato Zambrano.

Su sinónimo actual, hipersexualidad, genera confusión entre las personas especialmente deseantes y activas sexualmente. Esta enfermedad, señalada como un vicio, aunque habitualmente normalizado y potenciado en el género masculino, se banaliza o critica al mismo tiempo que se contribuye a su adicción en muchas ocasiones. Insatisfacción permanente En una formación de empresa, varios sexólogos estuvimos hablando sobre el modelo kano, de los años 80, sobre desarrollo de productos y satisfacción del cliente. Ya resulte sorprendente, este modelo me conectó con la adicción al sexo. Y esto mismo sucede con las adicciones, incluidas las sexuales.

Por lo general, lo morboso se asocia a lo sexual. De ahí que se mencionen las miradas y las insinuaciones morbosas. Sin embargo, también es usual que se califiquen como morbosas otro tipo de conductas. Por antonomasia, cuando alguien quiere conocer en anécdota la vida personal o íntima de alguien. Por extensión, definimos como morbo todo aquello que nos remite a la enfermedad mental. Ahora biem, debemos tenerlo claro: no siempre es así. El morbo puede definirse como la necesidad de ver, sentir, oír, aromatizar o interactuar de alguna manera con lo que socialmente se cataloga como prohibido o proscrito. Se trata, en esencia, de una fuerza que nos impulsa a entrar en contacto con ello y a experimentar placer al hacerlo.

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