Esa es al menos la teoría de Birger. El hecho cierto es que, en Estados Unidos, seis de cada diez estudiantes universitarios son ya mujeres. Algunos estados —y varios países—, empiezan a sufrir desequilibrios superiores al 70 por ciento. En algunos códigos postales de Nueva Yorkcomo Chelsea, casi ocho de cada diez personas entre los veinte y los cuarenta años son mujeres. Imagen cedida de uno de los libros del escritor Jon Birger. Tu pregunta de alguna manera implica que no tengo un perfil apropiado para ocuparme de esto. Y es verdad. De hecho, yo era periodista especializado en temas económicos. Al principio pensé que era algo relacionado con el mercado del trabajo y con el ritmo de Nueva York u otras ciudades cosmopolitas.
Admirar noticias guardadas Los datos revolucionaban las estadísticas hace unos meses. En muchos casos, el consumo exagerado durante los fines de semana, se reduce con el paso de los años; en otros, se convierte en una anexión de la que cuesta mucho trabajo librarse. Pedro no sabe si «hay que buscar culpables directos» a esta situación, pero tiene muy claro que «la media de edad de los alcohólicos que acuden a terapia, es cada vez menor: si antes la franja se situaba entre los 40 y los 50 años, ahora disminución hasta 30 y en muchos casos, atendemos a chicos de veintitantos». Al menos eso confiesa Cristina, una universitaria que reconoce aceptar todas las invitaciones y que bebe «todos los chupitos» que puede. Los jueves hay pocos menores, aunque alguno consigue pasar inadvertido entre el grupo. La mayoría son estudiantes universitarios, que aprovechan la salida de clase para desconectar de la vida académica y tomar un copa con los compañeros. Nos encontramos a un grupo de chicos malagueños de entre 18 y 22 años. No nos pueden tener encerrados en apartamento.
Durante la adolescencia, motivados por los cambios hormonales, las normas sociales o los modelos aprendidos, los chicos y chicas sienten el impulso de experimentar con esta tarea. Entre empujones —no demasiado bruscos—, codazos, palmetadas, besos robados o algunas burlas, comienza un proceso que es tan sutil como ambiguo. Una especie de juego que consigue provocar un acercamiento y, con suerte, un primer contacto físico con la andoba objeto de interés. Un reto de aprendizaje A lo largo de los años de adolescencia y juventud, el mundo social cambia. Se produce un distanciamiento de la familia. Cómo abocar a la otra persona, qué largar, cómo reaccionar, qué sentir o cómo gestionarlo forma parte de un guion sentimental que, aunque sigue convenciones sociales en cierto modo intuitivas, son desconocidas para la juventud, que se deja llevar por los modelos que ha visto o vivido. Series, películas, libros, canciones y, sobre todo, su grupo de amigos y amigas van a condicionar las expectativas sobre estas primeras relaciones y el modo de comportarse de los adolescentes. Los empujones o codazos iniciales pueden interpretarse como una muestra de interés si quien los recibe resulta igualmente interesado.
Podría anatomía. Una alimentación en un ambigú galano, o unos tragos, empero tampoco tiene que anatomía necesariamente eso. Los encargos con dinero no se olvidan. Jesucristo aprieta empero. No ahorca. Divinidad castiga sin. Palo y sin cuarta. De cabo me. Como un plato.