Deseos

Catatau Paulo Leminski copia

Cita casual Curitiba le 17156

Me ocurría a veces que todo se dejaba andar, se ablandaba y cedía terreno, aceptando sin resistencia que se pudiera ir así de una cosa a otra. Aquí, por ejemplo, el Pasaje Güemes, territorio ambiguo donde ya hace tanto tiempo fui a quitarme la infancia como un traje usado. Las Josiane de aquellos días debían mirarme con un gesto entre maternal y divertido, yo con unos miserables centavos en el bolsillo pero andando como un hombre, el chambergo requintado y las manos en los bolsillos, fumando un Commander precisamente porque mi padrastro me había profetizado que acabaría ciego por culpa del tabaco rubio. Recuerdo sobre todo olores y sonidos, algo como una expectativa y una ansiedad, el kiosco donde se podían comprar revistas con mujeres desnudas y anuncios de falsas manicuras, y ya entonces era sensible a ese falso cielo de estucos y claraboyas sucias, a esa noche artificial que ignoraba la estupidez del día y del sol ahí afuera. Mi novia, Irma, encuentra inexplicable que me guste vagar de noche por el centro o por los barrios del sur, y si supiera de mi predilección por el Pasaje Güemes no dejaría de escandalizarse. Algo de ese terror se trasformaba en gracia, en gestos casi esquivos, en puro deseo. Recuerdo su manera de mirarme entre codiciosa y desconfiada, sus preguntas que fingían indiferencia, mi casi incrédulo encanto al enterarme de que vivía en los altos de la galería, mi insistencia en subir a su bohardilla en vez de ir al hotel de la me du Sentier donde ella tenía amigos y se sentía protegida. Mi madre sabe siempre si no he dormido en casa, y aunque naturalmente no dice nada puesto que sería absurdo que lo dijera, durante uno o dos días me mira entre ofendida y temerosa. Desde luego Josiane era feliz cuando le contaba esa clase de episodios, que una vez en el barrio de las galerías pasaban a formar parte de nuestro mundo con la misma llaneza que su protagonista.

Es extraño. Cada tumba de ese baldaquín tiene dibujadas dos letras: NN. No name. Puerto Berrío, al este del departamento de Antioquia, tiene unos cuarenta mil habitantes.

Un arrapiezo atractivo y gimnasta, se batida amor libidinoso aquende estoy, para parejas soy bastante febril la dejaré a top estoy en pleno emporio de la localidad. Hola a todos. Mi nombradía es Héctor, trabajador afectado por la explosión reconvertido en masajista, tengo titulación y un cuerpo de baldaquín para darte abundante placer. Te desatasco las. Tuberías y te avío la lomo. Tengo un cola. Gordo y duro, bastante perfectamente ungido y cañero como nadie.

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