Cachondo

One Hit Wonder: Cuando el éxito dura solo una canción : II

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Con tu apoyo podremos seguir contando las historias que merecen ser contadas. Soy Daniel Alarcón. Hoy empezamos con un nombre. Confieso que nunca había escuchado el nombre Aneris y me pareció bastante raro. Ella responde siempre igual: que Aneris, así como suena, con I latina; que griego pero que su familia nada que ver con los griegos y que no ha encontrado un significado exacto, o al menos uno que termine de convencerla. Y Aneris ya ni se preocupa en corregir cuando alguien le dice Ana, Mery, Nelly, Anne Marie… La culpa de todo, en definitiva, la tiene su madre. A comienzos de había leído en una lista el nombre y le había gustado que fuera distinto, original. No tuvo dudas. Si el bebé que estaba por parir era una niña ese sería su nombre.

Yo personalmente no los pondría en esa lista. La calificación que ha acción de one hit wonders, en muchos casos es patética, por no largar una aberración. Fueron demasiado avant-garde como para ser one hit wonders. Trevor Horn se dedicó a la obtención y Geoff Downes formó parte de Asia. Son gente con un antecedentes largo y complejo a sus espaldas. Aquello era la ostia, fueras adonde fueras, en todos los sitios oías a Boy George cantandola.

Hace 13 años, en el avión volviendo de NY tras hablar sobre la posibilidad de renunciar a DDB, escribí en mi libreta una lista pensando en todo lo que dejaría. De alguna manera, me sentía muy triste por la decisión que estaba tomando. Habían sido 11 años maravillosos en una linda agencia llena de familia talentosa, con un equipo increíble, en una red que me había apoyado muchísimo: me dio la posibilidad de dirigir una agencia a los 31 años, de liderar creativamente la territorio, de conocer gente increíble que admiro y con la que formé amigos entrañables que conservo hasta la día, en fin. En fin. No tenía ninguna razón aparente de peso para dejar todo eso. Sin embargo, poco en el corazón me decía que tenía que hacerlo, que tenía que intentarlo y que el momento para dar el paso era justo ése: el momento en el que mejor me estaba yendo.

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